18 de octubre de 2009

Agapornis Roseicollis

Los tres tipos de inseparables más populares -rostro color melocotón, enmascarado y de Fischer - son todos ellos criadores de confianza y sin problemas, mientras que las otras especies lo son bastante menos y, de entre ellas, la Swindern (de collarín negro) es la menos conocida ya que no hay ejemplares disponibles de la misma en avicultura. La especie que presenta mayores dificultades en este terreno es la de rostro rojo y ello debido a que sus hábitos de cría son distintos de los de las demás y requieren unas cajas de nidificación muy especiales. Aparte de ello no se adaptan en modo alguno a las regiones más frías del mundo pero, con todo, ha sido posible criarlos en Gran Bretaña y el continente europeo -especialmente en Portugal ­ así como en Estados Unidos y en otros puntos.

DETERMINACIÓN DEL SEXO
El primer y más importante problema con que se enfrenta un criador es adquirir una pareja auténtica, y ello se debe a que cada miembro de las especies populares es sexualmente similar. Aquellas especies en las que los sexos son físicamente diferentes se conocen con el nombre de dimórficas (dos formas). En el caso de los inseparables esta circunstancia se da en los abisinios, los de rostro rojo y los malgaches.
Resulta posible determinar quirúrgicamente el sexo de los pájaros, práctica ésta que es actualmente muy corriente en el caso de los loros de gran tamaño pero no en el de los inseparables. Es asimismo posible analizar microscópicamente las heces para localizar hormonas sexuales; también el análisis para la localización de cromosomas sexuales constituye otro método para determinar el sexo de un pájaro. Sin embargo, estas prácticas no se hallan aún muy difundidas, por lo que todavía no existen sistemas seguros para establecer el sexo de nuestros pájaros salvo a través de los dos siguientes de carácter obvio:
1) si un inseparable pone un huevo se trata claramente de una hembra,
2) si dicho huevo es fértil, entonces el otro pájaro es un macho.
Existen otros métodos utilizados por los criadores, como el de los huesos pélvicos, según el cual la distancia entre ambos (mayor en la hembra) puede servir de guía. Sin embargo, en los ejemplares jóvenes y en las hembras que no se hallan en época de cría esta separación viene a ser la misma que en el caso de los machos, por este motivo el método no resulta fiable. Asimismo, el tamaño de los pájaros, la forma de sus cabezas y sus hábitos generales también se utilizan como guía, pero en cada caso no existe ninguna garantía de que tales observaciones resulten correctas; de entre ellas, sin embargo, los hábitos posiblemente constituyen el indicador mejor. Por ejemplo, si se observa que un pájaro continuamente trata de aparearse con otro, probablemente se trata de un macho, y también si dos inseparables frecuentan su caja de nidificación de un modo regular entonces es probable que se trate de hembras, pero tengamos en cuenta que aquí el término probable debe subrayarse. Si hay puesta de huevos deberemos determinar cuál de los dos pájaros los ha puesto. Como se aprecia ¡los inseparables no les ponen las cosas fáciles a los criadores!
Por último, un método que también se utiliza es dejar en libertad a varios inseparables dentro de una pajarera en la que previamente habremos instalado numerosas cajas de nidificación. Generalmente se formarán auténticas parejas -tras algunas riñas peleas-, motivo por el cual el sistema se ha empleado en múltiples ocasiones con éxito. Tan pronto como se hayan constituido las parejas, deberán retirarse los ejemplares no apareados si nuestra decisión es la de dejar que la cría se desarrolle en colonia, lo cual normalmente no resulta aconsejable salvo en el caso de que se disponga de una pajarera muy espaciosa.
Los inseparables de rostro rojo y los de Fischer crían en colonia cuando se hallan en estado silvestre, por dicha razón son los que más posibilidades ofrecen si se adopta este sistema. Teniendo en cuenta las dificultades mentadas anteriormente, es de todo punto obvio que vale la pena pagar un precio más elevado a cambio de recibir una pareja comprobada ya que ello puede ahorrarnos mucho tiempo. También resulta aconsejable, por igual motivo, dotar de anillas cerradas a los polluelos ya que, si las mismas están numeradas, tan pronto como se haya determinado el sexo dispondremos de la pertinente información al respecto y, con ello, eliminaremos la posibilidad de cualquier error en el caso de que el pájaro sea dejado en libertad dentro de una pajarera que contenga otros ejemplares de la misma especie.